Ver a tu hijo reaccionar a tu voz por primera vez es un momento inolvidable y conmovedor. Desafortunadamente, miles de familias no pueden disfrutar de este momento porque sus hijos nacieron con pérdida auditiva.
Los bebés pueden escuchar sonidos incluso antes de nacer, y después del nacimiento su oído continúa desarrollándose día tras día. A los 3 meses, la mayoría de los bebés tienen reacciones visibles cuando los padres hablan con ellos. Entre los 6 y los 12 meses, los bebés comienzan a imitar algunos sonidos y pronuncian las primeras palabras.
Si a un recién nacido no se le realizan exámenes en el hospital, la prueba de audición debe realizarse antes de que cumpla 1 mes. Cuando un niño no pasa el examen de audición, se debe programar una prueba de audición completa antes de los 3 meses. Los exámenes de detección más comunes utilizados para los recién nacidos incluyen:
Según la Organización Mundial de la Salud, de los aproximadamente 466 millones de personas con pérdida auditiva en todo el mundo, 34 millones son niños. Alrededor del 25-50 % de los casos de pérdida auditiva infantil ocurren después de la primera infancia, y en casi el 50 % de los niños afectados la pérdida auditiva empeora durante la edad escolar. La prevalencia de la pérdida auditiva en la población pediátrica de entre 6 y 19 años es del 14,9 %.
Un implante coclear es un pequeño dispositivo electrónico implantado. Consiste en una parte externa que se encuentra detrás de la oreja del bebé y un segundo elemento insertado debajo de la piel durante una intervención quirúrgica. Los implantes cocleares están aprobados para niños con pérdida auditiva de severa a profunda en ambos oídos que cumplen los siguientes criterios:
Estudios de investigación indican que el rendimiento auditivo y lingüístico de los niños con implantes cocleares está condicionado por los siguientes factores:
La otosclerosis es un crecimiento raro y anómalo de uno de los huesos minúsculos del oído medio (el estribo) que impide el buen funcionamiento de las estructuras en esta parte del oído. Aunque esta afección es más común en adultos, la investigación parece indicar una prevalencia del 0,6 % entre los menores de 5 años y del 4 % entre la población pediátrica de 5 a 18 años. Las opciones para el manejo de la otosclerosis infantil incluyen la observación, el uso de audífonos (también anclados al hueso) o una estapedectomía. Esta cirugía en el estribo es un procedimiento estándar en adultos con pérdida auditiva conductiva debida a la otosclerosis, pero es menos aceptada en niños debido al riesgo de pérdida auditiva neurosensorial posoperatoria.
El implante auditivo del tronco cerebral (ABI) es una nueva técnica para restaurar la audición en niños con pérdida auditiva grave o profunda que no se beneficiarían de un implante coclear. Los niños con malformaciones del oído interno o ausencia de nervios auditivos no pueden lograr los resultados deseados de los implantes cocleares. Durante este procedimiento, se inserta un sistema de electrodos directamente en el núcleo coclear del tronco cerebral, evitando el oído interno y los nervios auditivos del niño.
Si te preocupa la audición de tu hijo, sobrino o nieto, ponte en contacto con un audiólogo lo antes posible. En los Estados Unidos, solo los audiólogos pueden evaluar y tratar la pérdida auditiva en los niños. Los niños de todas las edades, incluidos los bebés, pueden someterse a pruebas y recibir tratamiento para detectar la pérdida auditiva. El diagnóstico temprano y la intervención adecuada pueden ayudar a garantizar que tu hijo reciba la ayuda que necesita para crecer y desarrollarse de manera óptima.
La pérdida auditiva infantil puede ser neurosensorial, conductiva, congénita, adquirida (después del nacimiento), fluctuante o permanente y puede estar provocada por factores genéticos o ambientales.
Pérdida auditiva neurosensorial
La pérdida auditiva neurosensorial (SNHL) es, con diferencia, el tipo más común de pérdida auditiva presente al nacer (congénita). Puede ocurrir debido al daño o a la falta de desarrollo del nervio auditivo o de las delicadas células ciliadas del oído interno (cóclea). Alrededor del 25 % de los casos congénitos de SNHL tiene su causa en factores de riesgo adquiridos. Aunque la pérdida auditiva neurosensorial es generalmente irreversible, es importante llevar a cabo una evaluación para:
Realizar un seguimiento de la pérdida auditiva en el oído afectado y en el oído no afectado en caso de pérdida auditiva unilateral
Las causas de la pérdida auditiva conductiva son las obstrucciones o los daños en el oído externo, el canal auditivo o el oído medio, que dificultan el paso de los sonidos del oído externo al oído medio. En los recién nacidos, el líquido contenido en el oído medio dificulta el paso de los sonidos al oído interno. En los bebés y niños mayores, el líquido contenido en el oído medio generalmente se debe a una infección del oído. Incluso la acumulación de cerumen o un cuerpo extraño puede bloquear completamente el canal auditivo de un niño. Una vez que se resuelve el problema del líquido, el cerumen o el cuerpo extraño, la audición del bebé generalmente vuelve a la normalidad.
Algunos bebés nacen con anomalías de los osículos del oído medio que, como consecuencia, no vibran normalmente en respuesta al sonido. Otros bebés nacen con una afección llamada atresia aural, que resulta en el desarrollo parcial del canal auditivo, el tímpano y los osículos en uno o ambos oídos. Estas afecciones se pueden resolver generalmente con intervenciones quirúrgicas.
Pérdida auditiva congénita
Aunque el nacimiento prematuro y el bajo peso al nacer se asocian con la pérdida auditiva congénita, no está claro cuál es exactamente el mecanismo involucrado. Alrededor del 30 % de los casos de pérdida auditiva congénita son sindrómicos, es decir, vinculados a un síndrome existente, mientras que el 70 % no son sindrómicos (la pérdida auditiva es la única forma de discapacidad).
A pesar de las extensas evaluaciones, en un porcentaje estimado entre el 25 y el 45 % de los casos de pérdida auditiva neurosensorial la causa es desconocida. Las causas genéticas o ambientales (adquiridas) son responsables de todos los demás casos. Los factores de riesgo para la pérdida auditiva a menudo se clasifican de acuerdo con los períodos de desarrollo infantil.
Prenatal (durante el embarazo)
Perinatal (de una a cuatro semanas después del nacimiento)
Primera infancia
Infancia y adolescencia
Un gran número de casos de pérdida auditiva neurosensorial de aparición tardía se debe a una infección congénita por citomegalovirus no detectada durante el cribado neonatal. Las investigaciones indican que alrededor del 30-60 % de los niños con pérdida auditiva neurosensorial presentan al mismo tiempo deficiencias visuales o cognitivas, motoras, emocionales, comportamentales o de otro tipo. Alrededor del 40-60 % de los niños con pérdida auditiva también tienen un déficit visual.
El citomegalovirus (CMV) es un virus común, de la misma familia que los herpesvirus. Por lo general, no causa síntomas en personas con un sistema inmunitario sano. La infección congénita por CMV es la infección más común entre los no nacidos. Aunque es más prevalente en los países de ingresos bajos y medianos, esta enfermedad afecta a personas de todos los orígenes sociales y áreas geográficas. En los Estados Unidos, el citomegalovirus está presente en el cuerpo de más del 50 % de los adultos menores de 40 años. Durante el embarazo, el bebé puede infectarse después de que la madre sufra una infección primaria, una recurrencia de una infección existente o una reinfección. Alrededor del 0,5-1 % de los recién nacidos en los Estados Unidos nace con una infección por CMV.
El CMV es la causa principal de la pérdida de oído neurosensorial congénita no genética en niños. Los expertos no saben por qué el virus causa un problema de audición en algunos niños y no en otros. Los síntomas varían de leves a graves; la pérdida auditiva tiene a menudo un inicio tardío y un desarrollo progresivo. Menos del 50 % de los niños nacidos con CMV congénito muestran síntomas al nacer, lo que complica el diagnóstico de pérdida auditiva. En niños con CMV congénito sintomático, la pérdida auditiva se detecta hasta en el 75 % de los casos. Los niños con CMV asintomático tienen una probabilidad del 10-15 % de desarrollar pérdida auditiva. Otros síntomas a largo plazo incluyen discapacidades mentales, de desarrollo y visuales.
La terapia estándar para los recién nacidos diagnosticados con CMV congénito sintomático es valganciclovir oral (un fármaco antiviral) durante seis meses. Los estudios demuestran que esta terapia mantiene la audición o previene la progresión de la pérdida auditiva en los bebés, lo que también mejora a largo plazo el desarrollo neurológico.
Los genes son responsables del 50-60 % de los casos de pérdida auditiva congénita, pero alrededor del 90 % de los recién nacidos con formas hereditarias de pérdida auditiva nacen de padres con audición normal. Los expertos han identificado más de 120 genes independientes que pueden causar sordera, y al menos 400 síndromes genéticos tienen como síntoma la pérdida auditiva. Se cree que las mutaciones en un solo gen llamado GJB2, unido a las células del oído interno, representan casi el 50 % de los casos hereditarios de pérdida auditiva neurosensorial no sindrómica en los Estados Unidos.
Síndromes específicos relacionados con la pérdida auditiva genética
La audición es un componente esencial del desarrollo social, emocional y cognitivo del niño. Incluso la pérdida auditiva leve puede afectar a la capacidad de desarrollar habilidades sociales adecuadas y de producir y entender el lenguaje en la infancia. Se cree que los primeros años de un individuo, desde el nacimiento hasta los 3 años, afectan profundamente a la salud del resto de su vida, y esto también se aplica a la audición. Los estudios han demostrado que los niños con sordera profunda poseen niveles lingüísticos y académicos equivalentes a los estudiantes de 9-10 años con audición normal cuando se gradúan de la escuela secundaria.
Conocer las principales etapas del lenguaje y la audición puede ayudarte a determinar si tu hijo tiene un posible problema de audición. Las etapas de la audición en bebés y niños incluyen:
Signos de pérdida auditiva en la primera infancia
La American Speech-Language-Hearing Association (ASHA) especifica etapas intermedias más detalladas, clasificadas por edad.
Los niños con pérdida auditiva permanente deben comenzar el tratamiento tan pronto como sea posible después del diagnóstico. El tratamiento o la rehabilitación de la audición incluyen la elección, adaptación y evaluación de las tecnologías disponibles junto con un programa de intervención temprano, interdisciplinario e integral centrado en la familia. Al seleccionar un enfoque terapéutico, es importante tener en cuenta los objetivos, preferencias, valores, creencias, cultura y lengua materna de la familia.
Las pautas de detección e intervención temprana para la audición recomiendan realizar un cribado auditivo durante el primer mes de vida, el diagnóstico de pérdida auditiva dentro de los 3 meses y el inicio del tratamiento dentro de los 6 meses. Después de realizar un examen exhaustivo con pruebas indoloras y no invasivas, el otorrino analizará el problema auditivo del niño y los planes de tratamiento o intervenciones médicas apropiados.
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