Pérdida auditiva o hipoacusia

La pérdida auditiva total o parcial, también conocida como hipoacusia, es un problema que afecta tanto a adultos como a ancianos, pero también a bebés y niños. En ambos casos, el conocimiento de los síntomas, la prevención y el diagnóstico oportuno permiten encontrar una solución eficaz que minimice las consecuencias negativas de la pérdida auditiva en el curso normal de la vida diaria. 

¿Qué es la pérdida auditiva?

La pérdida auditiva es un problema que implica la reducción o pérdida del sentido del oído. Puede afectar a un solo oído o a ambos, y provocar una reducción severa, media o leve en la capacidad de oír.

El deterioro de las capacidades auditivas de la persona, ya sea un adulto o un niño, puede tener repercusiones significativas en la vida diaria. A diferencia de lo que se podría pensar, la pérdida auditiva afecta a 466 millones de personas , y esta cifra está destinada a crecer: se estima que esta patología afectará a unos 900 millones de personas en 2050.

Tipos de pérdida auditiva

La pérdida auditiva se divide generalmente en cuatro macrocategorías: unilateral, neurosensorial, conductiva, mixta y neurosensorial repentina. Vamos a analizarlas en detalle. 

Pérdida auditiva unilateral

Dependiendo de si la reducción o la pérdida auditiva afecta a uno o ambos oídos, se puede hablar, respectivamente, de pérdida auditiva unilateral o bilateral.

En particular, la pérdida auditiva unilateral implica la reducción o pérdida de la audición en un oído, mientras que el otro puede mantener su funcionalidad intacta. Suele manifestarse con la dificultad de identificar el origen de los sonidos y la dirección de las voces. Este problema puede ser de naturaleza congénita o manifestarse después de haber contraído una enfermedad infecciosa o de haber sufrido daños físicos en el oído como resultado de accidentes de tipo traumático, como accidentes o infecciones bacterianas o virales. 

Pérdida auditiva neurosensorial

La pérdida auditiva neurosensorial es el tipo de pérdida auditiva más extendido: se estima que el 90 % de los casos de pérdida auditiva afecta a ambos oídos bilateralmente. La pérdida auditiva neurosensorial ocurre cuando hay daño en las células ciliadas del oído interno que componen la cóclea. De hecho, dependiendo de la parte del oído que esté más dañada, es posible que la persona afectada no pueda percibir sonidos a altas y bajas frecuencias. En particular, se puede decir que:

  • Si el daño se limita a la base del oído, la pérdida auditiva afecta principalmente a las frecuencias altas.
  • Si el daño afecta a las células ciliadas (que se encuentran lejos de la base), es posible que la pérdida auditiva se refiera a la percepción de sonidos a bajas frecuencias.

Además, cuando el daño implica el nervio auditivo (responsable de transmitir sonidos al cerebro), las señales nerviosas se bloquean, causando una mayor reducción en la intensidad y nitidez del sonido. 

Pérdida auditiva conductiva

La pérdida auditiva conductiva tiene su causa en la presencia de líquidos, tejidos o crecimiento óseo anormal que reduce o bloquea el sonido entrante. La obstrucción del canal auditivo puede resultar en daños en el oído medio, la cadena de osículos o el tímpano. La pérdida auditiva conductiva puede ser temporal y resolverse tan pronto como se elimine la causa de la obstrucción.  

Pérdida auditiva repentina

La pérdida auditiva repentina implica la pérdida rápida e inexplicada del oído. El 90 % de las personas que sufren de pérdida auditiva neurosensorial repentina manifiestan este problema de forma unilateral.

Este es un fenómeno tristemente extendido: se estima que afecta a entre 1 y 6 pacientes de cada 5000 al año, pero esta cifra probablemente se subestime, ya que la pérdida auditiva repentina rara vez se diagnostica.

Este tipo de pérdida auditiva puede afectar a pacientes de todas las edades, aunque existe una mayor incidencia en adultos de entre 45 y 55 años.

Cofosis

La cofosis es un término médico que se emplea para describir la pérdida total de la audición en ambos oídos. Esta condición implica que la persona afectada es completamente sorda y no puede detectar ningún sonido en absoluto. La cofosis puede tener diversas causas, entre las que se incluyen anomalías congénitas, lesiones traumáticas en el oído, infecciones severas, exposición prolongada a ruidos fuertes o enfermedades degenerativas del oído interno.

Síntomas de la pérdida auditiva

Saber reconocer los síntomas de la pérdida auditiva de manera oportuna te permite realizar un diagnóstico rápido y efectivo, con el apoyo de profesionales calificados que podrán intervenir antes de que este problema se vuelva potencialmente incapacitante.

El principal síntoma de la pérdida auditiva es precisamente la pérdida parcial o total de la capacidad auditiva, que, a veces, puede ir acompañada de la sensación de taponamiento, acúfeno e inestabilidad (falta de equilibrio).  Si sufres estos síntomas, debes ponerte en contacto de inmediato con tu médico. 

Síntomas de la pérdida auditiva unilateral

La pérdida auditiva unilateral se presenta de una manera bastante reconocible, ya que se caracteriza por la pérdida auditiva de un solo oído, mientras que la funcionalidad del otro puede estar intacta. Entre los principales síntomas de este tipo de pérdida auditiva se encuentran los siguientes:

  • Dificultad para percibir los sonidos claramente con uno de los dos oídos.
  • Tendencia a orientar hacia el interlocutor el oído con mayor capacidad auditiva.
  • Problemas para comprender las conversaciones telefónicas.

Síntomas de la pérdida auditiva neurosensorial

La pérdida auditiva neurosensorial se refiere a una parte del oído interno, la cóclea y, en consecuencia, sus síntomas son:

  • Dificultad para distinguir claramente las palabras, especialmente cuando se está en contextos bulliciosos y con un ruido de fondo significativo.
  • Necesidad de pedir repetir oraciones o marcar mejor las letras.
  • Subir el volumen del televisor, el ordenador o la música.
  • Tendencia a evitar algunas conversaciones y retirarse de ciertos contextos sociales.

Síntomas de la pérdida auditiva conductiva

La pérdida auditiva conductiva se debe a la obstrucción del canal auditivo, y dada su naturaleza, se pueden observar algunos de los siguientes síntomas:

  • Sensación de presión en un oído o ambos.
  • Reducción de la calidad del sonido, que se vuelve menos clara y definida.
  • Dificultad para comprender las conversaciones, especialmente al teléfono.
  • Percepción de sonidos diferentes en los dos oídos.
  • Los sonidos cotidianos se perciben amortiguados y, en particular, los muy altos o muy bajos se reducen.
  • A veces, también se puede experimentar mal olor procedente del canal auditivo. 

Pérdida auditiva neurosensorial repentina (SSHL)

La pérdida auditiva sensorial repentina se caracteriza por la inexplicable rapidez con la que se pierde la audición, que puede ir acompañada de algunos de los siguientes síntomas:

  • Escuchar un “chasquido” repentino antes de la pérdida auditiva.
  • Mareo.
  • Sensación de que el oído está “lleno”.
  • Acúfeno (zumbido en los oídos).
  • Reducción de las capacidades auditivas normales.

Las causas más comunes de la pérdida auditiva

Las causas que pueden llevar a la pérdida auditiva son dispares. Veamos cuáles son las más frecuentes:

  • Pérdida auditiva relacionada con la edad: técnicamente se llama presbiacusia, y suele ser una pérdida auditiva lenta y progresiva que afecta a ambos oídos en igual medida. Durante las primeras etapas, los problemas afectan a los sonidos a altas frecuencias, como algunos de los llamados sonidos consonánticos “dulces” (por ejemplo, “s”, “sh” o “f”). También es posible que el paciente asuma que los interlocutores están hablando con un tono de voz demasiado bajo o comiéndose las palabras; esto sucede especialmente cuando hay un fuerte ruido de fondo. Debido a la lenta progresión de la pérdida auditiva, muchos adultos la consideran simplemente un efecto secundario del envejecimiento y no aceptan fácilmente padecer este problema.
  • Fármacos: hay una categoría de fármacos, los fármacos ototóxicos, que pueden causar pérdida auditiva, acúfeno o trastornos del equilibrio.
  • Síndrome de Ménière: aunque el síntoma principal de esta patología es el vértigo grave, esta enfermedad también puede causar acúfeno, sensación de audición amortiguada o bloqueada, y sensación de congestión, saciedad o presión en el oído afectado. Si el oído interno se llena de exceso de líquido, se pueden dañar las delicadas células ciliadas y provocarse una pérdida auditiva permanente.
  • Pérdida auditiva inducida por el ruido (NIHL)): la pérdida auditiva causada por la exposición prolongada a ruidos fuertes es común; en los Estados Unidos afecta aproximadamente de 10 a 40 millones de adultos menores de 70 años. Los sonidos excesivamente fuertes, incluso cuando se producen una sola vez (por ejemplo, disparos, explosiones y fuegos artificiales), o los sonidos repetidos durante mucho tiempo (por ejemplo, ruido en el lugar de trabajo o actividades recreativas, como conciertos de rock) pueden causar problemas de ruido. Este es el único tipo de pérdida auditiva que es completamente evitable.
  • Traumatismo: debido a su naturaleza repentina y violenta, el traumatismo craneoencefálico puede causar daños en cualquier parte del sistema auditivo. El impacto puede causar pérdida auditiva conductiva y neurosensorial, déficits de procesamiento auditivo central, problemas de equilibrio y acúfeno. El tímpano, el oído medio y el oído interno son los lugares más comunes donde se sufren lesiones periféricas, porque a menudo se encuentran en la línea directa del trauma.
  • Infecciones virales: muchos virus pueden causar pérdida auditiva congénita o adquirida. En la mayoría de los casos se trata de pérdida auditiva neurosensorial. El citomegalovirus (CMV), un virus común capaz de infectar a personas de cualquier edad, es responsable de hasta el 40 % de todas las pérdidas auditivas congénitas. Otras enfermedades virales asociadas con la pérdida auditiva son la rubéola, el sarampión, las paperas, el VIH, el herpes simple, el virus del Nilo Occidental y la varicela.

Diagnóstico

Realizar un diagnóstico rápido y preciso de la pérdida auditiva permite intervenir de forma eficaz, reduciendo en el menor tiempo posible las consecuencias que la pérdida auditiva puede tener en el curso normal de la vida diaria. Precisamente por este motivo, cuando sientas (o notes en un ser querido) algunos síntomas de los mencionados anteriormente, es recomendable acudir a un médico especialista que pueda realizar todas las pruebas necesarias. 

El audiólogo podrá realizar una o varias de las cinco pruebas de audición en caso de que desee determinar la presencia o no de pérdida auditiva:

  • Audiometría tonal liminar: el sujeto se sienta en una habitación especial que garantiza un aislamiento acústico aceptable, usa auriculares y escucha las instrucciones proporcionadas por el audiólogo. Esta prueba ayuda a determinar el sonido más suave que eres capaz de percibir en diferentes frecuencias (tonalidades).
  • Pruebas de lenguaje: la persona escucha conversaciones, tanto en ambientes tranquilos como ruidosos, para determinar hasta qué punto es capaz de reconocer el lenguaje hablado.
  • Prueba del oído medio: durante esta prueba, el otorrino varía la presión del aire en el canal auditivo, haciendo que el tímpano vibre de un lado a otro. El examen le permite determinar si el tímpano está perforado o si hay un problema con las trompas de Eustaquio, los canales de ventilación del oído.
  • Potenciales evocados auditivos del tronco cerebral: durante este examen, se colocan electrodos en la cabeza del sujeto que registran la actividad de las ondas cerebrales, proporcionando datos sobre el oído interno y las vías cerebrales involucradas en la audición.
  • Emisiones otoacústicas: se inserta una pequeña sonda en el canal auditivo del sujeto para medir sonidos vibratorios muy débiles producidos cuando se estimulan las células ciliadas externas en el oído interno. En presencia de una obstrucción, no se registra ningún sonido.

Además, cabe señalar que la prevención permite detectar rápidamente la presencia de pérdida auditiva. Entre las principales formas de prevención se encuentran:

  • Proteger los oídos del ruido: es preferible reducir la exposición al ruido (especialmente si es continuo) cuando estás en el trabajo o en tu tiempo libre. En el caso de que tengas una profesión que te exponga a ruidos fuertes, es recomendable llevar el equipo de protección adecuado.
  • Higiene: la limpieza adecuada del oído puede prevenir la formación de tapones de cerumen. No se recomienda el uso de bastoncillos de algodón que potencialmente podrían dañar la membrana del tímpano.
  • Reducir el estrés: una acumulación de estrés puede conducir a la aparición de pérdida de audición. 

Tratamientos y remedios

Identificar la presencia de pérdida auditiva de manera oportuna permite, siempre que sea posible, realizar un diagnóstico preciso y proceder con tratamientos posteriores. Entre los remedios más extendidos para reducir la pérdida auditiva se encuentran los siguientes:

  • Uso de audífonos: el uso de audífonos en adultos mejora significativamente su calidad de vida. Por otro lado, la tecnología ha hecho un progreso significativo en las últimas décadas y ha conseguido que los dispositivos sean muy efectivos y tengan un mínimo impacto visual. A continuación, se presentan algunos tipos de audífonos que se diferencian por su lugar de instalación:

-        Receptor intracanal (RIC)

-       Intracanal (ITC)

-        Totalmente insertado en el canal (CIC)

-        Intrauricular (ITE)

-        Retroauricular (BTE)

-        Audífono de fijación osteointegrada (BAHA)

  • Implante coclear: se trata de un dispositivo electrónico que se utiliza en casos de pérdida auditiva grave o profunda que no se puede tratar con audífonos. El dispositivo consiste en una parte externa que se encuentra detrás de la oreja, mientras que un segundo elemento se inserta debajo de la piel. El dispositivo, implantado durante la cirugía, evita las células ciliadas dañadas en el oído interno y estimula directamente el nervio auditivo para enviar información al cerebro.
  • Estapedectomía: se trata de un procedimiento que se aplica a personas con pérdida auditiva causada por otosclerosis. Esta afección causa un endurecimiento anormal de un osículo (el estribo) ubicado en el oído medio. Durante esta cirugía, el tejido óseo endurecido se extrae en su totalidad o en parte y se sustituye por una prótesis.

Pérdida auditiva infantil

En los niños, una buena capacidad auditiva es un requisito previo para el desarrollo intelectual y lingüístico adecuado para cada grupo de edad. La pérdida auditiva infantil es un fenómeno más extendido de lo que se podría pensar: alrededor del 15 % de los niños nacen con una capacidad auditiva reducida, y entre el 3 % y el 4 % de los que asisten a la escuela primaria sufren de pérdida auditiva leve. 

Causas de la pérdida auditiva infantil

Las causas de la pérdida auditiva infantil son muchas:

  • Pérdida auditiva hereditaria: la reducción de la capacidad auditiva puede ser de naturaleza hereditaria y ocurrir desde el nacimiento.
  • Pérdida auditiva desarrollada durante la gestación: es posible que los bebés desarrollen este problema cuando están en el útero. Las causas pueden ser variadas, desde el abuso de alcohol o drogas, hasta la presencia de enfermedades metabólicas o infecciones bacterianas y virales, por parte de la madre.
  • Pérdida auditiva por complicaciones durante el parto: algunas complicaciones durante el parto, incluyendo la falta de oxígeno para el recién nacido, pueden causar algunos problemas en el sistema auditivo. Este tipo de pérdida auditiva también puede ocurrir en el caso de partos prematuros.
  • Pérdida auditiva en la infancia: en los niños entre 2 y 6 años (edad preescolar) puede deberse a resfriados, inflamación del oído o amigdalitis. Además, no se deben subestimar las consecuencias del sarampión, la rubéola y las paperas.

Los recién nacidos y los niños deben estar adecuadamente protegidos contra la exposición a fuentes excesivamente ruidosas: sus oídos son más sensibles que los de los adultos porque todavía no son capaces de distinguir entre el habla y el ruido. Por otro lado, es apropiado considerar que los adultos, instintivamente, se cubren los oídos para protegerse del ruido, mientras que los bebés y los niños más pequeños no tienen este reflejo. 

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